Los principales protagonistas de esta historia son: la bella Ojos Brillantes, Dan Dana Danalí, Ulises de las Dos Torres, y el joven Bilbo .

 

La accción -porque esta es una historia de mucha acción- transcurre en el Mar que hay debajo del Árbol de tu Jardín. No sabemos cómo han llegado hasta allí nuestros héroes. Tampoco sabemos de dónde han sacado esa Extraña Balsa Abombada que transporta a nuestros cuatro amigos.

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Todo empieza cuando una Ardilla Gigante asoma su cola inmensa por entre las palmeras de la playa cercana. Nuestros héroes, aterrorizados pero valientes, le tiran chinas, caracolas, su reserva de cocos y, por fin, deciden defenderse a golpe de remo si llega a producirse la lucha cuerpo a cuerpo.

 

La Ardilla Gigante, que ni se ha inmutado por la actitud de los marineros, sigue pendiente de su enorme bellota (es que es enorme de verdad), ignorando a esos ínfimos intrusos ya cercanos a la orilla.

 

Con lentitud y cierto suspense, la corriente va acercando la Extraña Embarcación a la larga playa de palmeras. A bordo cunde el pánico por momentos. Danalí está decidido a tirarse al agua. Bilbo y Ojos Brillantes intentan evitarlo sujetándole por los tirantes. Ulises, atrevido como siempre en sus conclusiones, sorprende a todos diciendo que no puede haber Ardillas Gigantes frente al mar, aunque se trate de este Mar. Imposible -les asegura-. De todo punto imposible. Es una Ardilla Gigante falsa. Realmente falsa -y concluye:

-No hay por qué preocuparse, compañeros.

 

Y mira tú por donde, efectívamente, no hay nada que temer. Se trata de un Espejismo. Y, así, cuando la barca está a punto de encallar en la arena de la orilla, la Gigantesca Ardilla da uno, dos, tres saltos, y se hace invisible.

 

-Ya sé lo que ha pasado, era la reina de las Mariposas Mentirosas, que sólo se ven cuando se posan.

Y dicho esto, el joven Bilbo se quita el sudor de las orejas de soplillo. Junto a él, Ojos Brillantes se pone su sombrero de elfo hada, dispuesta a desembarcar sin mojarse las puntiagudas babuchas.

 

Desembarcan los aventureros y una nube oculta el sol. Ulises limpia meticulosamente las lentes de sus gafas y vuelve a guardárselas en el bolsillo. Bilbo hace unas flexiones gimnásticas e insiste en la necesidad de estirar las piernas sin perder el ritmo de la respiración. Ojos Brillantes toma ahora la iniciativa:

-Debemos permanecer alerta. No conozco estas tierras y nunca pisé una playa de tan finas arenas. Recojamos de la barca nuestros macutos e internémonos en el palmeral. No hay que perder tiempo.

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Nuestros héroes no están dispuestos a perder tiempo; es algo que le suele ocurrir a los héroes de las historias de mucha acción. Sin embargo, pierden otras muchas cosas, como ya iremos viendo.

 

Ahora, ha tomado cada cual su mochila y así, en fila india, se dirigen hacia el palmeral que cerca la playa. La arena está muy caliente y les obliga a ir dando saltitos. Vistos de lejos parece que bailan.

 

Ya entran en el palmeral.

-Por aquí debe de haber muchas ranas -comenta Danalí escarbando el suelo húmedo con su tablilla, que además le sirve de bastón y de rascador para la espalda y las pantorrillas.

 

Bilbo, sujetando sobre su cabeza el fardo de las provisiones y mirando con desconfianza a un lado decide compartir con Ulises sus sospechas:

-Uli, tu crees que por aquí habrá salvajes peligrosos?

-Muy probablemente, joven. Azules y verdes.

-¿Azules y verdes?

-Aja!

 

Bilbo se rasca una oreja con un gesto desconfiado (como si tuviera una mosca detrás), y por fin decide confirmarlo con la bella elfo-hada:

-Ojos Brillantes, Ulises supone que puede haber salvajes azules y verdes.

-Así es, Bilbo, y si la memoria no me falla se trata de los temibles salvajes azules Verde-Aceituna tirando a Negro, más conocidos como karharinas. Habrá que andar con cien ojos.

 

Dan-Dana-Danalí, domador de Vientos y Ranas, que al parecer sigue concentrado en sus asuntos batracios, concluye:

-Sí.  ¡Y gordas!