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Capítulo noveno

El imperio de los Hombresgota

mar oceano

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La Ciudad Secreta es ahora la Ciudad Sumergida.

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Por su laberinto de galerías, pasadizos y callejones sin salida, ahora convertidos en una red de cañerías invadida por el implacable ejército de los Hombresgota, avanza con rumbo incierto el que fue Batiscafo Real de la Reina de Hormigalandia, ahora pilotado por el comandante Dan-Dana-Danalí. Y con él, apretados como sardinas en el camarote de los Hermanos Max, viajan Ojos Brillantes, la bella elfo hada; Ulises de las Dos Torres; el joven Bilbo y Panchita, la cachorrilla de perro de aguas aceptada por la tripulación en calidad de polizón invitado.

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Afuera, vigilando su rumbo a la deriva, miles de ojos acuosos les miran fijamente...

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-Me pregunto, ¿por qué no nos atacan los Hombresgota..? -medita en voz alta el joven Bilbo- A lo mejor es que son ciegos y no nos ven. 

-O, quizá nos ven, pero no pueden creer lo que están viendo -dice Ulises con uno de sus habituales juegos de palabras. Y remata: O creen ver lo que no están viendo, y naturalmente, desconfían de tal visión.

-Pues a mi me parece que nos ven y que nos atacarían y nos ahogarían, pero no pueden -intuye Danalí.

-Eso me parece lo más probable -coincide Ojos Brillantes. Sus armas no pueden atravesar la dura superficie de este vehículo esférico; ni siquiera pueden desplazarlo, al menos no aquí dentro. Otra cosa será lo que nos ocurra cuando salgamos fuera si es que todavía existe un afuera y si acertamos a llegar hasta él.

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-Pues yo creo que vamos a acertar -dice Bilbo, repentinamente esperanzado.

 

Y como si su presentimiento hubiese activado algún tipo de magia, una claridad comienza a iluminar los rostros redondos e inexpresivos de los Hombresgota al otro lado de las escotillas.

 

-La esperanza siempre acierta -reflexiona Ojos Brillantes.

-Ciertamente, aunque nuestra certeza, como en este caso sea tan incierta.

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No se equivoca el jacarandoso Ulises. Miles de burbujas plateadas parecen tirar de ellos hacia una luz cegadora. El que fuera Batiscafo Real de la Reina de Hormigalandia, ha encontrado una de las salidas de la Ciudad Sumergida y ¡plop¡ como una gran pelota sale a flote sobre una superficie invadida por Hombresgota de todos los colores, pero sobre todo, azules, verdes y blancos.

 

En el interior de aquél balón flotante estallan los hurras y los abrazos (en la medida de lo posible, dadas las apreturas que les hace ir practicamente abrazados desde que se metieron allí).

-Tres hurras por el comandante Dan-Dana-Danalí!!!

-Guau! Guau! Guau!

                                                               

 

                                                                 

 

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