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Capítulo cuarto

La vida secreta...

Viaje al centro del agua

Nuestros cuatro héroes están en peligro. Sólo uno de ellos podría sacarles del apuro. Todas las miradas se dirigen ahora al alto y vaporoso  cuerpo del elfo-hada. Sólo ella, Ojos Brillantes, puede salvarles.

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Cada vez se oyen más cerca las furiosas respiraciones de los Karharinas. Lanzas y flechas emponzoñadas cortan el aire. ¡¡¡Fiu, fiu fiu!!!

¿A qué espera el elfo hada?

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Un agudo silbido parece estremecer el techo de la Selva Selvática. Como si el cielo se abriera por la mitad y por la brecha cayera sobre el mundo un chorro inmenso de mayonesa. La elfo-hada tiene su brazo derecho levantado, la mano muy abierta, las puntas de sus larguísimos dedos iluminadas como bombillas. Está muy seria, como si se hubiera enfadado con alguien; pero dura sólo un momento, porque enseguida todo el claro de la Fuente de la Selva Silenciosa y Estruendosa se ha cubierto de una espesa niebla amarillenta con olor a... ¿a vainilla?

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-No veo nada, Bilbo.

-Yo tampoco, Danalí, pero huele muy rico.

 

Moviéndose a tientas, y ante la confusión y el asombro rabioso de los enfurecidos Karharinas, nuestros héroes, conducidos siempre por Ojos Brillantes, se acercan, casi a cuatro patas, al nacimiento mismo del manantial.

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-Cogéos fuerte de mi mano y seguidme sin hablar ni cantar -susurra la elfo-hada-. Vamos a escondernos dentro de la Fuente.

-¡¿Detro de la Fuente?! -exclaman a la vez los otros tres.

-¡¡¡Shsssss!!!

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Orientándose por el ruido de la cascada que forman las grandes rocas de entre las que mana el arroyo, Ojos Brillantes y sus tres compañeros consiguen burlar el acecho karharinoso escondiéndose en una pequeña cueva que la cascada de la fuente ha formado con el paso del tiempo. La humedad les empapa las ropas y el ruido no les deja entenderse ni hablando a gritos.

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-¡Vaya estruendo! -vocea Bilbo.

-¿Quéeee? -contesta Danalí.

-¡Que vaya un ruido hay aquí dentro!

-¡No te oigo, Bilbo, hay mucho ruido!

Bilbo y Danalí se encongen de hombros y deciden dejar la conversación para otro día, mientras los cuatro aventureros se internan más y más en lo que al principio había parecido apenas una pequeña concavidad.

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Con voz dulcísima, aunque muy ronca, como si estuviera acatarrada, Ojos Brillantes penetró en la mente de sus aturdidos compañeros.

-Ya queda poco, ánimo valientes. Parece que nos hemos salvado del acoso de los Karharinas... Aunque no tengo muy claro cómo saldremos de aquí ni dónde iremos a parar... Por el olor parece un pantano, pero con mucha más luz de la que suele haber en las ciénagas.

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Tras un buen trecho de arrastrarse y reptar como lombrices:

-Pero, ¿qué ha ocurrido? -pregunta Ulises, entre estornudos.

-He hecho magia -responde la elfo-hada.

-¡Magia Potagia! -grita entusiasmado Bilbo brincando y, al hacerlo, se dá con la cabezota en la superficie rocosa y todavía chorreante de la galería por la que ahora avanzan encorvados como chimpancés.

-Más o menos, Bilbo. Os lo explicaré sin muchos detalles... Cuando comprendí que los Karharinas no venían con muy buenas intenciones dejé mis cinco sentidos en completa libertad, con la certeza de que alguno de ellos me traería la solución. No tardó mi nariz en olfatear una cueva húmeda escondida entre la barburrina, el musgo y los berros del manantial. Intuí que sería profunda aunque estrecha y oscura, y lo más importante de todo: sin dueño ni habitantes. Puse entonces en funcionamiento el viejo truco de los Polvos de Niebla para que los Karharinas no vieran nuestra huida ni el escondite... Y afortunadamente, el pasadizo es mayor de lo que pensaba y, lo que es mejor, tiene otra salida.

-Attchiiisss. -estornudó Ulises, satisfecho con la explicación.

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-Oye, y ¿cual es el truco de los Polvos de Niebla? -pregunta Danalí, siempre curioso.

-Pues consiste en... Pero ¡ey! ¿Y a tí qué te importa pequeño domador de ranas?

Por un momento, la elfo-hada parece enfadada, pero cambian su semblante serio cuando Ulises anuncia la buena noticia:

-Presiento una luz, compañeros.

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Efectivamente. Bilbo, con sus pequeños pero profundos ojos, lo confirma exclamando:

-¡¡¡Allí. Debe ser la salida!!!

-¡Estamos salvados! -grita también Danalí y echando cuentas mentales sin necesidad de los dedos, e incluso haciendo raíces cuadradas más bien redondas, confirma:

-Matemáticamente, al menos, no cabe duda. Nunca hubiera pensado que mi vida llegaría a depender de la humedad del aire y de la acción erosiva de los ríos subterráneos.

-Es maravilloso. Me encanta que las aventuras acaben bien.

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-Todavía no han acabado, Joven Bilbo.

Ojos Brillantes tiene razón -como siempre-; ni esta aventura ha terminado ni está claro que haya acabado bien, porque como dice la cantinela: la segunda parte será la más interesante... Así que ya sabes, no te pierdas el próximo capítulo deeee La vida secreta de las grandes plantas !!!

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