Capítulo catorce
El señor Tejón Gordito
Cuando la gran madre acabó de cantar, el universo entero se había quedado dormido. Algunos cuerpos celestes, como Júpiter y Alfa-Centauro, roncaban bajito, como avergonzados... Bilbo también, pero de vez en cuando se reía y se le movían las orejas solas, como si fueran a echar a volar.
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Tardaron bastante en despertarse de aquella siesta, primero Ulises (con muchos pedos), luego Bilbo y Panchita que se pusieron a hacerle cosquillas en los pies a Danalí, y por fin tambien Ojos Brillantes (que tenía los ojos aún más brillantes que de normal).
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Pero lo más sorprendente es que donde estaba sentada la Amonavero ahora había un señor gordito disfrazado de Tejón... o un Tejón Gordito disfrazado de señor. Fuera como fuese, se estaba fumando una pipa, como la de los apachiricaguas, pero no tan larga y sin plumas colgando. De vez en cuando hacía círculos de humo, primero uno que se iba agrandando y luego otro con el que intentaba pasar a través del primero. Y solía acertar, casi siempre. Nuestros cuatro héroes le miraban hipnotizados. Panchita se había vuelto a dormir, ahora en brazos de Ojos Brillantes. Danalí fue el primero en abrir aquel silencio con su voz de niño.
-Hola, tú quién eres?
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El señor Tejón Gordito le miró de reojo y sin dejar de hacer anillos de humo le contestó con algo parecido a una sonrisa:
-A ver si lo adivinas.
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-...Mmmm, eres un tejón.
-Caliente, caliente...
-Un tejón mágico que vive en el bosque encantado.
-Caliente, caliente...
-Y eres muy importante.
-Frío, frío...
-Vaya! Bueno, no eres importante por ser un tejón, pero a todos los tejones del bosque les gustaría fumar como fumas tú, haciendo anillos mágicos.
-No son mágicos, son humo.
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El breve silencio que siguió se deshizo cuando a Ulises se le escapó otro pedete y Ojos Brillantes suspiró... Luego, Bilbo y Danalí, casi a duo, preguntaron al señor Tejón si eran sus invitados o sus prisioneros.
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-Pues, depende...
Los cuatro aventureros le miraron con ojos interrogantes. Panchita se despertó y bostezó. El señor Tejón contestó por fin:
-Depende de lo que más os guste: ser invitado no es gran cosa, y ser prisionero es muy cansado. Y además, a mí, por ejemplo, ni me gusta invitar ni hacer prisioneros... Prefiero hacer amigos y que me inviten de vez en cuando.
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Como si hubiera oído una voz interior, Panchita saltó de los brazos de Ojos Brillantes, se acercó sumisa al Señor Tejón Gordito, y se tendió a su lado.
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¿Qué significado tenía todo aquello que les estaba ocurriendo a nuestros héroes? ¿Por qué había desaparecido la Gran Madre Amonavero? ¿Volverían a encontrarse alguna vez? ¿Y quién era el Señor Tejón Gordito?
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Si quieres respuesta a todas estas preguntas, sinceramente, no las busques en el próximo capítulo deeee La vida secreta de las grandes plantas !!!
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