Capítulo décimo
Nube Gris
Mientras nuestros aventureros, y a pesar de las apreturas a que les obliga permanecer en el batiscafo, celebran la circunstancia de haber encallado en un posible islote o quien sabe si en tierra firme... Un nuevo estremecimientdo sacude la nave que ahora parece rodar como una pelota o dar vueltas como una peonza, según se mire. Pero eso no es lo peor...
-Ayayaiii...
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Los peores temores del joven Bilbo no alcanzarían nunca a imaginar, no solo lo que está ocurriendo sino lo que está a punto de ocurrir... al menos visto desde el interior del batiscafo.
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Visto desde afuera, habrá que empezar por decir que el cielo entero se ha puesto de color ceniza oscuro, tirando a negro. Un huracán escapado de algún manicomio ha levantado olas de treinta metros y unos embudos plateados gigantescos han salido, no se sabe si del cielo o del mar, y ahora bailan sobre las encabritadas aguas. El batiscafo, como una pompa de jabón, rueda, sube, baja, rebota, se precipita o asciende a mercer de los elementos.
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-Creo que voy a gomitar...
-No me extraña, Bilbo, pero se dice 'vomitar' -le dice Danalí con toda la cara blanca, tirando a verde.
-Compañeros, me temo que hemos enfurecido a los dioses -advierte Ulises, mientras las dos torres de su apellido nobiliario se tambalean en los cuarteles imaginarios de su no menos imaginario blasón heráldico... o sea que le da vueltas la cabeza, por fuera y por dentro, para que nos entendamos.
Ojos Brillantes abrazada a Panchita como para protegerla de un dios desconocido (y bastante enfadado, por lo visto), y aventura una teoría sobre lo que sucede:
-Quizá hemos hecho algo que ha molestado al dios de los Hombresgota...
-O al comandante en jefe de su estado mayor -dice Danalí, un poco menos blanco pero bastante más verde.
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No andan descaminados ninguno de los dos, pero es aún más tremendo -como diría Bilbo.
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Al parecer, una desproporcionada discusión ha estallado entre los diversos generales del ejército de los Hombresgota (algo que, por otra parte, suele suceder a menudo), lo que ha desencadenado una violenta tormenta de rayos, truenos y centollos... [mmm, aquí pone centollos, pero yo creo que son centellas, o quizá cebollas... o botellas] A lo que íbamos: como diría un galo de la aldea irreductible, parece que el cielo está a punto de caer sobre nuestras cabezas. Pero no es exactamente eso, más bien, en esta ocasión, las cabezas de los pasajeros del batiscafo y el batiscafo mismo están a punto de caer en el torbellino que lleva al campamento del Gran Jefe de los Hombresgota, Nube Gris el Sabio. Visualicemos el ''amerizaje'' del batiscafo en medio del círculo formado por los Guerreros del Estado Mayor del País de la Gente Húmeda.
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-Ohoooooo!!! ¡¡Plafff!!
-Ay! Augh! Uff! Ajjj! Guau-auuuuuu!!
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Afortunadamente, el aullido de Panchita parece ser el único código inteligible para los reunidos en el círculo de la Gente Húmeda. El jefe Nube Gris hace un gesto con sus brazos, como una gallina clueca, y dos guerreros entran en el círculo para abrir las escotillas del extraño objeto esférico que les ha invadido en plena discusión.
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Mareados, tundidos, agarrotados y perplejos, nuestros cuatro héroes y medio, van saliendo del batiscafo y descubriendo el increíble e incomprensible espectáculo que les rodea.
-¿Como en una película de indios? -aventura Danalí, recuperando el color en sus mejillas
-Justamente -acepta Ulises, y matiza- pero rara.
-O mágica -propone Ojos Brillantes.
-Hola, soy Bilbo, el joven -y aclara- El viejo es uno de un libro.
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Los guerreros, viejos y curtidos en su mayoría, les miran con curiosidad. Y luego miran al Gran Jefe Nube Gris, al que es fácil distinguir porque está sentado en lo alto de una escalera y se proteje de la fina llovizna que produce la humedad de la nube con un enorme paraguas Gris, con un par de varillas averiadas.
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Panchita, tras un pequeño bostezo de hambre, vuelve a lanzar al viento un suave aullido de loba (aunque en realidad es una perrita de aguas mansa y bien educada). Varios de los miembros del Estado Mayor imitan con sus ásperas gargantas el aullido de Panchita, mientros otros asienten y se miran entre sí con gesto serio. Tras un largo y húmedo silencio, el Gran Jefe de los Hombresgota, Nube Gris el Sabio, cerró el paraguas y descendió lentamente la escalera de pedroelpintor (o una muy parecida). Luego levantó las pobladas cejas y habló así:
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-Yo, Nube Gris, guía del Pueblo Húmedo del Cielo, hablar con lengua seca para que tú entender -dijo mirando a Panchita, que levantó las orejas y se puso a mover el rabo muy contenta. Luego, saltó de los brazos de Ojos Brillantes y con paso alegre se acercó al Gran Jefe del Pueblo Húmedo y se sentó, levantó la cabeza y la inclinó hacia la izquierda. Nube Gris se puso en cuclillas y acercando su cara a la de ella le dijo casi en un susurro:
-No ir detrás de mí, tal vez yo no saber guiar. No ir delante, tal vez yo no querer seguirte. Tú venir a mi lado, para caminar juntos.
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Y Panchita, moviendo la cabeza al otro lado, acercó su morro a la nariz del Gran Jefe la olisqueo un poco y le dió un buen lametón con su lengua rosa.
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Un lejano trueno resonó en algun lugar del espacio infinito. Nube Gris se incorporó y cruzando sus brazos sobre el pecho llamó al Hechicero, que resultó ser una anciana india disfrazada de reno y con una bandejita de madera con algunos pequeños frutos desconocidos. Seguida por Panchita como si se tratase de una ceremonia importante, se acercó a los cuatro aventureros y les ofreció aquellas pequeñas bolitas secas. Ellos, tras mirar a Ojos Brillantes que asintó con su cabeza, cogieron una cada uno y se la comieron masticando despacio.
Luego, el mundo desapareció.
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Creo que nadie debería perderse el próximo capítulo de
La vida secreta de las grandes plantas !!!
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