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Capítulo quince

Los perseguidores espantadizos

El primer jardín

Poco después de que Panchita se quedase dormida a los pies del Señor Tejón Gordito empezó a sonar una música lejana, como de cascabeles y sonajeros. El Bosque Encantado volvió a desaparecer en la niebla y nuestros cuatro héroes cerraron los ojitos, como su mascota, mientras ya casi en sueños oían a lo lejos la voz suave y profunda del Señor Tejón Gordito, aunque sin entender ya lo que estaba diciendo. Y soñaron.

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¿Quién era aquel pequeño personaje del antifaz de plumas de colores que se escondía detrás del tronco de árbol en el que iba a esconderse también Danalí? ¿Y por qué quería esconderse el domador de ranas... y de quién? ¿Estaban jugando al escondite en sueños?

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-Perdona, pero no puedes esconderte aquí, porque iba a esconderme yo y me parece que llegué antes que tú -aseguró Danalí (aunque, la verdad, no estaba muy seguro de haber llegado antes).

El curioso y colorido personaje sacudió su cabeza agitando las plumas como única respuesta.

-Oye, tu cara me suena, pero ahora no caigo.

El Perseguidor Espantadizo volvió a sacudir la cabeza. Y esta vez, de entre el plumaje del antifaz salió una vocecita que dijo:

-Lo siento mucho señor, pero es imposible que usted llegase antes, porque yo vivo aquí desde la primera vez que me espanté. Soy un Perseguidor Espantadizo del Bosque, y estaba a punto de espantarme de usted para poder perseguirle... No sé si me sigue. Pero da igual, porque lo importante es que yo le siga a usted.

-¿A mí? ¿Y para qué quieres seguirme?

-Pues para hacer la persecución.

Danalí empezó a pensar que aquella especie de enanito emplumado estaba un poco majareta, pero decidió seguirle la corriente, porque nunca se sabe.

-Ya, la persecución... Y ese juego dura mucho?

-Hasta que te das cuenta de que te estoy persiguiendo -comenzó a explicar el Perseguidor Espantadizo-, y entonces yo me espanto, o sea que me escondo detrás de un árbol, o de una piedra, o de una nube de brumas, aunque eso es para expertos espantadizos. Y yo soy aún inexperto, pero cuando sea superexperto me voy a espantar tras el vuelo rasante de un halcón peregrino, que es lo más de lo más.

-Vale, de acuerdo -aceptó Danalí-, me puedes perseguir. Pero tendrás que avisarme de cuándo te viene bien que me dé cuenta de que me estás persiguiendo, para que puedas espantarte en un sitio bonito.

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En ese preciso momento, Bilbo asomó la cabeza por el otro lado del árbol en el que estaban escondidos Danalí y el Perseguidor Espantadizo.

-Hola Dan, con quién hablas? ¿Y por qué te has escondido?

-Pueees. No sé. Yo creo que estaba jugando al escondite en sueños, pero resulta que había un Perseguidor Espantadizo también.

-¿Ah! Bueno..., no te preocupes, a mí también me ocurrió eso una vez, y luego se me pasó. Ojos Brillantes dice que es como el hipo: te dan un susto y se te quita. Si quieres te doy un susto.

-Vale -aceptó sonriente Danalí y cerró los ojos. Entonces se oyó una especie de erupto... y Danalí abrió los ojos, pero Bilbo había desaparecido.

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(No quisiera insistir con lo de... No se pierdan el próximo capítulo deeee...

Tal y como está el tema creo que podríamos prescindir del telón en esta ocasión)

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